martes, 2 de septiembre de 2008

SEXO


Hay pocas cuestiones que susciten más debates, mitos y opiniones carentes de fundamento que el hecho de que las mujeres den un rendimiento igual al de los varones en el trabajo. En la presente sección reseñaremos las investigaciones hechas al respecto.

La evidencia señala que el mejor modo de empezar a tratar este tema es admitir que hay pocas (si las hay) diferencias importantes entre hombres y mujeres, las cuales puedan afectar al desempeño del trabajo. Por ejemplo, no existen diferencias en la capacidad de resolver problemas, en las habilidades analíticas, en el impulso competitivo, la motivación, liderazgo, sociabilidad y capacidad de aprender. Si bien los estudios psicológicos revelan que las mujeres están más dispuestas a acatar la autoridad y que los varones son más agresivos y que desean el éxito más ardientemente, esas diferenicas no son muy importantes. En los últimos doce años se han producido cambios notables en la participación de la mujer en la fuerza de trabajo y en la definición de lo que constituye los roles femeninos y masculinos; por tanto, supondremos que no existe una diferencia significativa de productividad entre ambos sexos. De manera análoga, se sabe que el sexo del empleado no afecta a la satisfacción del trabajo.


¿ Pero qué decir del ausentismo y la rotación de personal? ¿Son las mujeres menos estables que los varones? Primero, respecto a la cuestión de rotación de personal los datos no concuerdan. Algunos investigadores han comprobado que las mujeres tienen tasas más elevadas y otros no han encontrado diferencia alguna. Por lo visto no se cuenta con suficiente infomación de donde sacar conclusiones significativas. Sin embargo la investigación dedicada al ausentismo es otra historia. La evidencia indica que las mujeres presentan tasas más altas que los varones. La explicación más lógica de tal hallazgo es que la sociedad siempre ha impuesto a la mujer las responsabilidades del hogar y la familia.


Cuando un niño se enferma o alguien debe quedarse en casa para esperar al plomero, tradicionalmente ha sido la mujer la que falta al trabajo. No obstante, estas investigaciones están ligadas a una época determinada. El rol histórico de la mujer en la crianza de los hijos y como sostén secundario de la familia ha empezado a cambiar en la década de 1980.

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